Escondidos tras las compasivas sombras,
más allá de la cruel luz diurna, viviendo para cazar y matar,
nosotros somos… los hijos malditos de la noche.
Arrastrando nuestra inmune existencia a través de miles de siglos
desde el crepúsculo hasta el amanecer
sufrimos por nuestra inmortalidad.
Muerte y decadencia, olor cadavérico,
para nosotros no existe ni cielo ni infierno,
y sólo el estigma puede traicionar
la sombría existencia de los días pasados.



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